Gracias a la firma de más de 15.000 personas hemos logrado que la UE empiece a dar pasos para exigir la responsabilidad de las empresas en el comercio de #conflictminerals.
Tras dos años de intensas negociaciones, el pasado miércoles 15 de junio las instituciones de la Unión Europea (UE) llegaron a un principio de acuerdo sobre la legislación europea de minerales en conflicto.
Ha sido un proceso largo y complejo, como no podía ser de otra forma, teniendo en cuenta la enorme cantidad de agentes políticos, económicos y sociales involucrados por parte de los 28 países miembros. El propósito con el que nació la ley, a grandes rasgos, es el de evitar que el comercio de minerales procedentes de zonas en conflicto termine incentivando la violación de los derechos humanos.
El vínculo entre ambas cuestiones se produce a través de las cadenas de suministro globales. Éstas conectan la extracción de los minerales en zonas políticamente inestables, como el este de la República Democrática del Congo, la frontera entre Colombia y Venezuela o Myanmar, con una serie de eslabones intermedios, como los comerciantes locales, las refinerías y fundiciones, hasta llegar a los fabricantes de componentes electrónicos, las empresas manufactureras de dispositivos tecnológicos y, de ahí, al consumidor local.
Hace algún tiempo os pedimos que apoyaseis nuestra petición para lograr una ley eficaz a la hora de promover la rendición de cuentas de las empresas que emplean estos minerales. Porque sólo si mejoramos la transparencia de éstas cadenas de suministro globales estaremos en disposición de mejorar la responsabilidad empresarial. El problema es que la propuesta inicial de la Comisión Europea quería que la legislación basase sus exigencias de información en un sistema de certificación voluntario para las empresas.
Esto nos parecía inadmisible, pues tenemos buenas razones para pensar que las normativas basadas en la voluntariedad no son suficientes para difundir las buenas prácticas en el sector. Por eso exigimos a los líderes europeos que la ley fuese obligatoria y cubriese a todas las empresas implicadas en la comercialización de los minerales en conflicto, desde su extracción en origen hasta su introducción en el mercado europeo.
Gracias al apoyo ciudadano conseguimos, en mayo de 2015, que el Parlamento se posicionase a favor de la obligatoriedad.
Pero nuestro empeño no terminó ahí. A finales de ese año, los Estados miembro, a través de su participación en el Consejo de la UE, volvieron a reivindicar la voluntariedad de la norma. Alegaron el peligro de lastrar el comercio, las dificultades técnicas que entraña su regulación y se mostraron reticentes a cargar con los costes de la implementación. Así que seguimos recogiendo firmas y, durante meses de reuniones con los decisores políticos, las ONG europeas tuvimos que rebatir cada uno de estos argumentos.
En el Estado Español, superamos las 15.000 firmas que nos habíamos marcado como objetivo, y junto con las peticiones similares de nuestros aliados europeos hemos logrado que más de 360.000 personas firmen a favor de una ley obligatoria.
Sin ese apoyo social, el mercado de minerales seguiría siendo completamente opaco. No obstante, en el acuerdo alcanzado la semana pasada los líderes europeos aceptaron cubrir de manera vinculante a los importadores directos de metales en bruto y procesados. Unas 400 empresas que, a partir de ahora, tendrán la obligación de informar al público del origen de los minerales que emplean. Esto es una buena noticia, que va en la dirección correcta. Aunque no es suficiente, porque en el acuerdo se establece que quienes introducen esos minerales en productos acabados (como móviles, ordenadores, tablets y demás) sólo se someterán a este ejercicio de transparencia si así lo desean.
Estamos ante un hito importante en el camino, pero no es el final. Todavía quedan por especificar detalles técnicos de la ley y, lo que es más importante, habrá que debatir las medidas complementarias a la ley; es decir, las políticas de cooperación europeas que se van a llevar a cabo para actuar sobre el terreno.
Por todo ello queremos dar las gracias y pediros que no perdáis este asunto de vista. Es necesario seguir peleando para lograr que el acuerdo alcanzado tenga consecuencias reales en la vida de la gente y marque la diferencia.
Además de legislar es imprescindible la implicación de la ciudadanía y divulgar que ya es posible comprar teléfonos móviles sin minerales manchados de sangre: el Fairphone, en concreto el Fairphone2. Es más caro sí, pero limpio de sangre humana.
Estimados/as Señores/as:
Al preguntar Dios a Caín, este dijo:
– ¿Soy yo el guardián de mi hermano?
Todos tenemos parte de culpa en todo lo que pasa en el Mundo.
Atentamente.
Firmado: María Jesús Urkijo Garayo.